Leyenda de la Roca Tarpeya

Dicha leyenda nos traslada al siglo IV de la Era Cristiana, donde los romanos, señores de nuestra ciudad, imponían sus leyes, costumbres y religión.

El gobernado de ese momento en España era Daciano, quien ordenó que las iglesias de la cuidad fuesen destruidas, los libros sagrados quemados y que despojaran a los cristianos de sus dignidades y bienes, condenándolos al suplicio. Mientras que los emancipados volverían a la esclavitud.

La cárcel ciudadana contenía la conocida Roca Tarpeya como lugar de sufrimiento y tortura capaz de atemorizar debido a la inexistencia de claridad alguna en las mazmorras. Esta prisión se encuentra actualmente en el paseo del Tránsito. Y es aquí donde se desarrolla una historia de amor entre Octavila ,hija del carcelero mayor y Cleonio, un joven cristiano víctima de Daciano por profesar la fe de Cristo.

Finalmente, llega el día en que los guardias romanos van a las mazmorras por los condenados, donde se encontraba Cleonio y quien al pasar por un patio para ir hacia la Roca Tarpeya, ve a su amada destrozada en un llanto desgarrador. Ante tal situación, Cleonio se acerca a Octavila y le entrega una cruz que él había guardado bajo su lengua el tiempo que estuvo prisionero. La amada toma la cruz, dándole un beso desolador y cuando éstos llegan a la Roca, los dos guardias más musculosos toman a Cleonio suspendiéndolo en alto hasta esperar la señal del emperador y el carcelero mayor para arrojar su cuerpo en el fin del Río Tajo. Una vez dada la señal, la amada vio cómo su amor se estrellaba contra los peñascos del abismo y ella solamente pudo pensar en las creencias que le había enseñado su amado y con el alma rota sólo pudo decir: “Creo en Jesucristo, su único Hijo”.

Ese día, también dejaba de existir Leocadia, la mártir doncella toledana, dejando impresa la señal de la Cruz en las paredes de la mazmorra no sus dedos de marfil.

Información del libro: Leyendas de Toledo de Luis Moreno Nieto.